Es el camino el verdadero maestro y no realmente la meta. En él recorrerás distancias y momentos, planicies y altibajos, que te nutrirán en modos que jamás imaginaste. Mas si decides no prestar atención, te perderás de una gran oportunidad y volverás a recorrer el camino, bajo distintos mundos, bajo distintos nombres, hasta que tu propia inconciencia te obligue a abrir los ojos. La decisión está en ti, pero el camino en todos nosotros.
PROVENZA fue ese camino para mí.
¿Alguna vez has sentido cómo el tiempo, de niño, parece ser eterno y los días larguísimos, y conforme vas creciendo los días se recortan y los años pasan tan rápido como el papel de baño cuando se va terminando?
Esa doble percepción cambiante de los tiempos, tanto la del niño que siente que tiene demasiado tiempo, como la del adulto que siente que no le alcanza la vida, la tuve en todo el proceso de PROVENZA, pues lo que sentí como si fueran años de planeación, realmente no fue tanto, y lo que creí que avanzábamos con rapidez realmente lo hacía mucho más lento.
Lore y Julio cerraron con nosotros en junio 2021y su boda sería hasta el 8 de octubre de 2022. No pasó mucho tiempo para yo saber que Lore sería una clienta determinante y meticulosa. Sabía perfectamente qué cosas quería y cómo las quería. Julio, por su parte, se presentó más relajado, sí con ciertas dudas y temores como cualquier persona que no domina el proceso simplemente porque nunca lo ha hecho, pero dispuesto a soltar y dejar ser (cosa que también me sorprendió porque él es piloto de aviones y mi concepción de ellos se inclina más a un lado controlador).
Entrando en material, la primera lección vendría justo en eso: el cómo querían las cosas. Inicialmente, Lore y Julio no querían poner una carpa. Sin embargo, cualquiera que hace eventos en Querétaro sabe que las lluvias suceden incluso empezado octubre, después del mes más afectado por huracanes: septiembre. Total, que se aceptó, pero su formato sería el siguiente nivel a prueba.
El Cuartel Santa María, ubicado a un lado de la Peña de Bernal, tiene ciertas áreas que están más adecuadas a uso de eventos que otras. Y aunque algunas de éstas últimas, antiguas e intocables, puedan adaptarse al uso conveniente, existen otras que no imaginarías lo que pueden albergar.
Nos tomó seis viajes a la locación para poder levantar distintos escenarios bajo distintos formatos donde Lore y Julio estuvieran de acuerdo; donde los árboles y sus ramas no nos impidieran elevar la carpa a seis metros; donde el piso fuera el más adecuado o cómodo para la colocación de sillas y mesas; donde los anclajes pudieran fijarse sin problema; donde la lluvia no fuese un problema; donde la dueña del Cuartel estuviera tranquila… o lo mayor posible dentro de todo.
Todo este “estira y afloje” fue un bellísimo recordatorio de que mi manera no necesariamente era la manera de Lore y Julio, o de la dueña, y viceversa.
Frank Sinatra sería el peor wedding planner si impusiera su manera a todo lo que hiciera. La imposición, ahora entiendo, es la mejor receta para que, incluso sumando esfuerzos, te conduzcas al fracaso.
Si a esto le sumo la constante prueba de creatividad e ingenuo que las siguientes fases demandarían, me entenderías si te digo que, por mucho desgaste, cansancio, frustración que haya sentido a lo largo de este camino, valió la pena cada paso dado y lo que implicó en aprendizajes.
Así como yo, el concepto mismo vendría a cambiar bastante, ya no solo en premisa, sino en muchos de sus detalles: mobiliarios, colorimetría, textiles, formatos, colgantes, materiales, etc. Irónicamente he pensado que tanto camino explorado en este proceso, se reflejó a la perfección con los caminos floreados en mesas larguísimas y extensos colgantes de follajes, luces y soga por todo el lugar.
Eventualmente logramos llegar a PROVENZA, el tema inspirado en la campiña italiana que te envolvía con sus encantos rústicos y te invitaba a olvidar el tiempo con una atmósfera muy cálida, meticulosamente planeada en cuanto a los manjares que ofreció. Hubo tantos detalles incluso en programa, pensados y hechos por ellos mismos, que Lore y Julio me transportaron a cuando escribía mis novelas de misterio.
Ahí me hallaba yo, ilusionado de andar por los pasillos de Penguin Random House o Diana o Grijalbo o tantas otras, con mi manuscrito en mano y la carta de aceptación para su publicación, terminando de editar los textos una y otra vez para lograr presentar el libro. La revisión minuciosa era obligada, porque, así como PROVENZA tomó su buena porción de tiempo y ediciones, nos recuerda que las mejores cosas toman su tiempo; que la meta no necesariamente es lo que cuenta. Al contrario, nos invita a evaluar periódicamente dónde estamos parados, qué nos hace sentido, qué deseamos desechar, qué queremos conservar, pero, sobre todo, cómo estamos cambiando. Abre los ojos y disponte a observar, pues es el camino el que ha de importar.
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