Y llega el momento en que las cosas no salen como uno lo había planeado.
La ilusión que antaño te habías formado sobre un plan y una fecha definida se derrumba abruptamente frente a tus ojos y no queda más que un panorama difuso, pautado por el miedo y la incertidumbre.
Guiada por el instinto, buscas afrontar la situación y decirte día con día que todo se calmará y la verdad resolutiva saldrá a flote en menos de lo que imaginas. Pero ésta se presenta tan cambiante y poco favorecedora que las cartas que en algún momento pensaste utilizar ahora se perciben inútiles.
No queda más que esperar; esperar con la cabeza fría y el corazón tibio a que lo que te impulsó a iniciar un proyecto de tal envergadura como tu boda se hará realidad sin importar afrontar una pandemia y todo lo que ello conlleva.
Retrasar tu boda unos meses ya no sólo es inminente, sino necesario. Y el cambiar la perspectiva negativa de lo que esto pudo traer a tu vida como estrés emocional y miedo por lo desconocido no cambiará a menos que tú lo decidas.
Decídelo entonces con una fe inquebrantable de que las cosas se acomodarán y la nube negra que opacó tu día a estas alturas pronto se disolverá, haciendo brillar una vez más el amor y compromiso que te hizo embarcarte en la aventura de tu boda.
Decídelo con la confianza de que te rodeas de un equipo de personas, proveedores e incluso invitados, quienes, queriéndote ver bien, harán lo imposible por cuadrar tu nueva fecha y entregar la promesa material de que lo que alguna vez cautivó tu corazón y tus expectativas.
Las cosas buenas toman su tiempo en materializarse, pero solo las mejores cosas logran superar la adversidad y seguir brillando tan intensamente como el amor con que fueron hechas.
Comments