Imagina esto. Te acaban de dar anillo. Tu mente se vuela pensando cuándo y cómo será la boda que a esas alturas seguramente ya habías imaginado (al menos en partes) cuando de pronto, ya tienes toda una carpeta en Pinterest de lo que amarías tener en tu boda. Y entonces, comienzas a planear.
Partiendo de la premisa de que todo mundo quiere una boda espectacular e inolvidable, es muy fácil dejarse llevar por propuestas y ofrecimientos que inicialmente parecen extraordinarios y sumamente tentadores. Cualquier pensaría que lo más sensato es tomar una oferta que involucre descuentos, ahorros de presupuesto, extras de cortesía e incluso regalos. Pero no. Piensa bien dos veces antes de ser impulsiva. Y te diré por qué.
Piensa en un pastel. No compras los ingredientes de un betún de chocolate sin saber de qué va a ser el bizcocho. Del mismo modo que no escoges el estilo de tus flores sin antes saber dónde será la boda. Este caso puede parecer bastante obvio, pero ¿qué tal cuándo estás buscando el lugar donde será tu boda y no reparas en la cantidad de invitados? Una de tres cosas puede pasar: 1) El lugar es bastante chico para la cantidad de personas y por ende no caben. 2) El lugar es bastante grande y una fiesta del tamaño de tu boda se vería diminuta. 3) el espacio es acorde al número de invitados.
Todo mundo pensaría que la opción 3 es la más obvia. Pero no. Te sorprendería saber que no siempre sucede así. Y es entonces cuando el proceso se complica. ¿Cómo evitarlo?
Procura seguir un orden lógico para armar el evento: te permitirá mantener la cabeza fría para seleccionar los detalles que aportarán auténtico valor, desde lo general a lo particular, al desarrollo de tu boda.
Comments