Lola y Joseph. Sandra y Manuel. Son dos caras de la misma moneda.
El 24 de septiembre del 2022 fue la primera vez que nuestra empresa ofreció dos bodas el mismo día. Si bien yo siempre había pensado que la atención por parte mía era y es un elemento crucial en la ejecución de las bodas de nuestros clientes, y ellos buscan nuestro servicio en gran parte porque desean contar conmigo, el wedding planner al frente, el día de su boda, no me imaginaría un año antes, haciendo la boda de Rafaella y Héctor, LABORATORIO SINFÓNICO, que tendríamos dos el mismo día en el plazo de un año para ser exactos, y que, maravillosamente, saldrían perfectamente ejecutadas.
Todo empezó cuando, ya teniendo la fecha apartada por Lola y Joseph, Sandra y Manuel se acercan conmigo en busca de nuestros servicios. Además de exponerles nuestro proceso, les avisé con completa transparencia que yo, Pablo, no podría tomar el evento mas no por ello se quedarían sin llevar el proceso conmigo y el equipo, así como la fabricación de un concepto hecho especialmente para ellos.
Las familias y ellos, Sandra y Manuel, todos cortados impresionantemente por la misma tijera de la calidez, la humildad y la afabilidad, aceptaron el trato pero fueron muy honestos conmigo al exponerme su caso: se tenía un presupuesto acotado y se debía respetar.
A manera de contexto, en nuestro proceso existe una parte importante que consolida los números que el cliente está dispuesto a aceptar con base en sus preferencias, prioridades, gustos y posibilidades, todas ligadas a un concepto ya definido que pueda ser cuantificable y dosificable. De entrada yo no sé -ni quiero saber- cuanto se va a gastar un cliente en su boda por la única y sencilla razón de que no sé, en un principio, como será su producción. Por ende, cuando llegamos a esta parte es cuando el cliente conoce, asimila y procesa cada cosa que está dispuesto a aceptar y aquella que no.
Es un camino de dos sentidos, porque por un lado yo expongo la oferta completa y ellos deciden, pero por el otro, mi asesoría entra en juego sobre cómo hacer mejor uso de su dinero, cumpliendo con sus preferencias, prioridades, gustos y posibilidades. Hay una promesa ética que yo me tomo muy enserio con cada uno de mis clientes para apoyarlos de la mejor forma, ya sea que deseen invertir mucho o poco en la realización de su boda. Sandra y Manuel, aceptando el proceso, y yo, comprometido a apoyarlos, firmaron finalmente con nosotros.
Sin embargo, queda aún un elemento muy importante que es preciso recalcar: el modo en que me extendieron la angustia de cuidar un presupuesto -y digo angustia porque si bien alguien que no se ha casado en estos tiempos, viendo todo lo que conforma una boda como hoy en día se estila, puede ser víctima del abrume que representa consolidar la mezcla completa-, y la transparencia y nobleza con que se mostraron frente a mí para solicitar la ayuda de mi equipo y yo, fue el game changer más impactante de todo. Me tocaron el corazón, de verdad y elevó mi compromiso automáticamente al doscientos por ciento para hacerles lo mejor con lo mejor posible.
El resultado en el proceso: unos novios y unas familias hermosísimas que, ante todo, pregonaban con la gratitud. Me consta que el proceso lo disfrutaron muchísimo y logramos maquilar MESH para ellos como un concepto futurista, moderno, sobrio e impactante, en un resultado que excedería expectativas.
Recuerdo perfecto la prueba floral en Flourish, cuando Martha Niembro, mi florista, estaba exponiendo el estilo de los arreglos de MESH, que Sandra Mamá pregunto algo así:
-Oye, Martha... ¿y con todo esto será suficiente para que se vea algo bonito? -Su pregunta se percibió tímida.
Martha sonrió y asintió con la cabeza. Y yo, viéndolas a un par de metros, me limité a sonreír y pensar, emocionado, que auténticamente no se imaginaba lo que MESH vendría a ser en la realidad.
Con clientes así, ¿Cómo uno puede decir no?
Claro que la ejecución no hubiera salido impecable de no haber contado con el apoyo y entrega de mi maravilloso equipo, liderado en este caso por Loren Goldzweig en logística y dirección y Edgar Ochoa, y Vero Valencia a cargo de la ejecución de Ambientaciones, con la ayuda de David Vázquez. Carina Huerta, por su parte, se dedicó a atender el timing y peticiones especiales de Sandra, Manuel y sus familias.
Lola y Joseph, por su parte, representaron la otra cara de la moneda.
Poco tiempo pasó para detectar que Lola no iba a ser una clienta fácil, no por carácter o modos, sino por su inherente deseo de conocer absolutamente cada detalle, cada escenario, cada cosa puesta una con la otra, en todos los formatos posibles, en todas las combinaciones factibles para ULTRAMAR. Recuerdo a la perfección como al buscar a su equipo de fotografía y video sondeamos la oferta -no es broma- de casi quince proveedores: Dani Ramírez, de nuestro equipo de planeación interna, tuvo bastante encima por un buen tiempo.
Luis Gómez, por su parte, en el área de Ambientaciones y Diseño Interno, tuvo su cuantiosa porción del pastel también: múltiples combinaciones llevaban a cambios una, dos, tres, cuatro veces y más en la inalcanzable búsqueda del combo ganador con Lola. Me da risa y ternura recordar a Joseph, cansado, en mi casa, haciendo la maquinación de ULTRAMAR durante horas para terminar diciendo: "Lo que haga más feliz a Lola". Y así el ciclo volvía a empezar con la princesa.
Internamente -y tampoco es broma- Lola se ganó el apodo / título de la "Princesa". "¿Qué te ha pedido la princesa ahora, Dani?"... "La princesa quiere poner la vainilla especial de Papantla en la comida, lo veré con Le Cuisine"... "La princesa quiere ver más mobiliarios (por sexta vez)"... "La princesa quiere otra prueba de flores"... "¿Qué decidió la princesa sobre el nuevo escenario de números, Tania?"... "La princesa me pidió más cambios y todavía no puede cerrar el pedido de Zona 8"... "¿Por qué no le pides los catálogos de todas las telas posibles para que la princesa elija"...
La lista, como podrán imaginar, kept on going.
Sigo riéndome de sólo recordar estos momentos, de verme en los Tacos El Pata, a la medianoche de un miércoles, con Lola y Joseph, cansados y devastados los tres, después de un día larguísimo de pruebas, viendo nuevos escenarios de números y estilos en accesorios y mobiliarios.
Podrían pensar que haber trabajado con Lola fue un suplicio, pero mi equipo no me dejará mentir: el modo en que la princesa nos pedía las cosas fue el game changer de ULTRAMAR. Lola, en todo momento, se condujo con propiedad, con respeto, con un carácter simpatiquísimo y con la más sincera comprensión de los tiempos de las personas, de los números finales (cuando ya topábamos callejones sin salida), de las políticas de los proveedores, e incluso de situaciones que no estaban en las manos de nadie (créanme que he tenido clientes que osan desafiar los designios de Tláloc y el tiro sale por la culata). Lola fue una clienta que disfruté muchísimo, porque representó para mí el balance perfecto y atractivo entre la exigencia y la bondad.
En ULTRAMAR finalmente pude ver a la princesa personificada con todo y la tiara (tocado), las joyas y el vestido, y el palacio del mar. Lo más lindo fue ser testigo de su comportamiento estilizado y la mezcla de humor negro que con frecuencia dejaba entrever. Y Joseph, por su parte, me hizo partícipe de lo mucho que agradecía la ejecución impecable de su boda y el haber logrado darle gusto a nada más ni nada menos que la princesa herself.
¿Qué me llevo de todo esto que encontré como la más valiosa moraleja? El modo en que pides las cosas puede cambiar el resultado por completo.
He sabido de muchas personas que le dicen a personas cercanas a mí el miedo que tienen de que seamos una empresa fuera de sus posibilidades económicas. Se quedan con una idea que, si bien no saben si será mucho o poco dependiendo cada quien lo que quiere, no se atreven a ir más allá.
Sandra y Manuel, Lola y Joseph vinieron a mi vida para darme este aprendizaje. Pídele al mundo caprichos cuadrados y el mundo te dará solo eso. Pide y agradece al mundo lo que éste hace por ti y el mundo conspirará a tu favor para darte aquello y más de lo que tanto deseabas.
Todo está conectado.
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